La Terapia Gestalt es una terapia perteneciente a la Psicología Humanista (o Tercera Fuerza), la cual se caracteriza por no estar hecha exclusivamente para tratar enfermedades, sino también para desarrollar el potencial humano.
Nació en la década de 1942, con la publicación del libro Ego, Hunger and Aggression: A Revision of Freud's Theory and Method escrito por por Fritz Perls (psiquiatra y Psicoanalista) y Laura Perls (psicóloga, formada en la psicología de la Gestalt). Aunque más conocido con el subtítulo The Beginning of Gestalt Therapy, este sólo se añadió para una nueva edición, en 1966.
Sin embargo, es con la publicación, en 1951, de Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality (conocido también como PHG, por las iniciales de sus autores), escrito por Paul Goodman y el catedrático de psicología de la U. de Chicago, Ralph Hefferline, a partir de un manuscrito de Fritz Perls, como se establecieron las bases fundamentales de la terapia Gestalt.
En 1952, los Perls abren el primer Instituto Gestalt en Nueva York. Hacia finales de la década de 1950 y comienzos de la década de 1960, con la moda del crecimiento personal que se concentra en California, Fritz Perls se ve cada vez más atraído por el concepto de la terapia Gestalt como una forma de vida más que un modelo de terapia y comienza a dar cursos de formación en esa dirección en la Costa Oeste.
Durante los setenta y ochenta, en manos de sus practicantes, esta terapia se convirtió en una disciplina aplicada en los campos de la psicoterapia, desarrollo organizacional, acción social y finalmente coaching. Hasta el cambio de siglo, los terapeutas Gestalt menospreciaron el empirismo de corte positivista, subrayando lo que ellas/ellos percibieron como un asunto para la investigación más formal. Así pues, en gran medida ignoraron la necesidad de utilizar la investigación para desarrollar la terapia Gestalt más allá y darle mayor soporte a la práctica, algo que ha comenzado a cambiar.
Conceptos principales
La terapia Gestalt tiene el objetivo de aumentar el autoapoyo, sobre la base de aumentar la conciencia del individuo en la responsabilidad que tiene en su propio bienestar. Esta actividad terapéutica se articula en torno a dos formas esenciales de trabajo:
El cierre de situaciones inconclusas del pasado («gestalt abierta»), en las que la persona se quedó bloqueada, debido a la interrupción del proceso natural de contacto y retiro.
Aumentar la conciencia de sí mismo, en las distintas áreas de percepción del sí mismo: las sensaciones, los pensamientos y los sentimientos. De este modo se logra incrementar la responsabilidad o capacidad de respuesta del individuo ante sus necesidades y la realidad circundante actual.
Se basa en:
El darse cuenta: Consiste en que el cliente se da cuenta a través de un insight de lo que está sintiendo, pensando o haciendo. Para cambiar una conducta es imprescindible tomar plena consciencia de cuál es la función que cumple en la vida de la persona.
El aquí y ahora: Vivir y sentir la realidad del presente de la persona, sin adjetivos. Para ello durante la terapia frecuentemente se recurre a la conciencia del propio cuerpo.
No interesa tanto investigar los porqués (pasado), sino el cómo (presente) (¿Cómo me siento? ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy evitando?)
Ayudar al cliente a descubrir la función orgánica de su acción ( ¿para qué estoy haciendo esto?, ¿para qué me castigo?, ¿qué estoy evitando?), y ayudarle a descubrir qué acciones realmente cubren una necesidad y cuáles están orientadas a satisfacer el mecanismo por el cuál las personas, desde que somos pequeños, integramos y hacemos como nuestras determinadas ideas, normas, conceptos.
Poner en evidencia la interacción entre los mecanismos neuróticos de la introyección y la proyección.
Al igual que las demás terapias humanistas, centradas en el cliente en lugar del terapeuta como una «autoridad», la terapia gestalt prefiere usar el término «cliente» que «paciente», ya que un «paciente» es alguien enfermo que va a que otro le cure, mientras que «cliente» es un término más neutro, el cual sólo indica que es alguien que acude a la consulta del terapeuta. En esta terapia, el cliente es quien tiene que «autocurarse», el terapeuta sólo le acompaña y le ayuda para que lo consiga, haciendo más bien una función de facilitador y no tanto de «curador».
Enfoque gestáltico
Descansa sobre una serie de premisas:
El ser humano no percibe las cosas como entidades aisladas, sino que las organiza en entidades significativas. Es la organización de hechos, percepciones, conductas y fenómenos, y no los elementos individuales de los cuales se componen, lo que los define y les da su significado específico y particular.
Toda la vida y los comportamientos humanos son gobernados por un proceso de homeostasis o adaptación, mediante el cual todo organismo busca su equilibrio y satisfacer sus necesidades. Cuando el proceso de autorregulación homeostática falla, el organismo permanece en estado de desequilibrio. Entonces es incapaz de satisfacer sus necesidades y se enferma.
El ser humano es un organismo unificado (concepto holístico), por lo tanto debemos tratar al hombre en su totalidad. Actividad mental y actividad física son dos niveles que corresponden a órdenes diferentes de materia y no a una división mente-cuerpo.
La fantasía es la actividad interna utilizadora de símbolos. Cada generación hereda las fantasías de las generaciones anteriores acumulando mayor conocimiento y entendimiento.
El comportamiento se manifiesta tanto en el nivel aparente de la actividad física como en el nivel oculto de la actividad mental. Pensamientos y acciones son hechos del mismo material y por eso podemos trasponerlos de un nivel a otro en un campo unificado.
Ni el cliente ni el terapeuta están limitados a lo que dice o piensa el cliente, sino que deben también tomar en cuenta lo que hace. Lo que hace en un momento dado, es una clave de lo que piensa, y lo que piensa es una clave de lo que le gusta hacer.
Por medio de la experiencia de sí mismo en los tres niveles del fantasear, el representar roles y el hacer, el cliente irá llegando a un entendimiento de sí mismo.
Ningún individuo es autosuficiente, es decir, puede existir únicamente en un campo compuesto por él y su entorno. La naturaleza de la relación entre el individuo y su entorno determinan su conducta. Si la relación es satisfactoria, el individuo se siente satisfecho, si la relación es conflictiva, el comportamiento es anormal.
El enfoque gestáltico considera al individuo como una función del campo organismo/entorno y su conducta como un reflejo de sus relaciones dentro de ese campo. La vida humana es una interacción entre ambos campos, el individuo y su entorno, en el marco de cambios continuos. Para sobrevivir, el individuo tiene que cambiar constantemente. Cuando se hace incapaz de alterar sus técnicas de interacción, se enferma.
El neurótico ha perdido la capacidad de organizar su comportamiento de acuerdo a una jerarquía indispensable de necesidades y no puede concentrarse. Tiene que aprender a identificar sus necesidades y a quedarse en una situación el tiempo suficiente como para completar la gestalt, restaurar su equilibrio perturbado y seguir adelante.
Los seres humanos sienten una necesidad de realizar rituales, una necesidad de contacto con un grupo como expresión de su sentido de identificación social. El ritual hace más clara la gestalt, brinda orden, firma y objetivos. El ser humano necesita el contacto con los otros. Las perturbaciones neuróticas surgen de la incapacidad del individuo de encontrar un balance entre sí mismo y el resto del mundo.
El darse cuenta siempre transcurre en el presente, el «aquí-y-ahora». El objetivo de la terapia es darle al cliente los medios para que pueda resolver sus problemas actuales y los que puedan surgir en el futuro. Si logra darse cuenta plenamente de sí mismo y de sus acciones en todos sus niveles - fantasía, verbal y físico -, podrá ver cómo él mismo produce sus propias dificultades y, al reconocerlas, podrá ayudarse a resolverlas. El darse cuenta le da al cliente el sentido de sus propias capacidades y de sus habilidades.
Bases terapéuticas
Es fundamental para la terapia el uso de la primera persona: el paciente necesita tomar conciencia de sí, sin ocultarse usando la segunda persona (el it, en el lenguaje de Perls), o incluso un sujeto colectivo. Por ejemplo, es habitual que las personas digan "cuando tienes un jefe maltratador, te dan ganas de dejar el trabajo", en lugar de decir "tengo un jefe maltratador y me dan ganas de dejar el trabajo". También al decir «los jóvenes bebemos mucho» en vez de «yo bebo mucho» se hace uso del plural, y por lo tanto se evita tomar conciencia de la responsabilidad personal (confluencia), confundiendo a la persona en medio del grupo.
La terapia Gestalt se enfoca más en los procesos que en los contenidos. Pone énfasis sobre lo que está sucediendo, se está pensando y sintiendo en el momento, más que en el pasado. Se habla del aquí y ahora, no para dejar de lado la historia de la persona, sino que esta historia se mira desde el presente, cómo se viven, afectan, etc.… los hechos pasados en el día de hoy. La persona es quién es, entre otros, por lo que ha vivido.
Desde esta perspectiva, se utiliza la aproximación fenomenológica y el método del “darse cuenta” (awareness), prestando atención a las percepciones, impactos emocionales y cómo hacemos con esto, cómo actuamos. El terapeuta devuelve al paciente justo esto, dejando a un lado los prejuicios y adoptando la postura de “no saber”, no dando nada por supuesto. Con esto, se pretende que la persona sea consciente de cómo impacta y es impactada por su entorno, haciendo más consciente su manera de hacer, así como la vivencia de ello, con lo que podemos discernir qué son respuestas fijadas del pasado, que a día de hoy ya no tienen sentido, y descubriendo nuevas maneras de hacer que le sean más útiles, aprendiendo a adaptarse y ajustarse a cada situación.
El trabajo en terapia Gestalt está fundamentado en el lenguaje no verbal, es decir, el lenguaje corporal y el tono de voz. Frecuentemente, el lenguaje verbal da una información que contradice su expresión corporal. En ocasiones, el paciente trata de justificarse con abundante cantidad de información que no hace contacto con la realidad. Cuando hace aparición esta forma inconsciente de controlar la terapia, el terapeuta Gestalt vuelve a conectar al paciente con su cuerpo.
La técnica de la «silla vacía» (empty chair en inglés) ha sido comúnmente asociado con la práctica de la terapia Gestalt, y consiste básicamente en crear mentalmente un personaje con el cual se quiere confrontar algún problema, entonces asumir su rol en su lugar y después contestar en el lugar del cliente con el rol que le pertenece a él mismo. Es el elemento básico para el trabajo terapéutico en este enfoque. Consiste básicamente en poner en evidencia el diálogo interno de la persona. En dicho diálogo se enfrentan, en términos de Perls, el «perro de arriba» y el «perro de abajo»; es decir, todo aquello por lo que nos sentimos oprimidos (a raíz de los introyectos) y el rol con el que nos hemos identificado como víctimas («perro de abajo»). En la práctica dicho perro de arriba puede estar representado por el padre, la madre, el jefe, los amigos, la pareja, etc.
Durante la terapia con la silla caliente el paciente va pasando de una silla a otra, representando cada uno de los roles y expresando sus emociones, de tal suerte que, esté donde esté, todas las ideas y sentimientos son del propio paciente. De esa forma se logra el principal objetivo de la silla, que es la recogida de la proyección y el cierre de la situación.
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