Ahora que sabemos de donde viene el término gaslighting, un concepto que se aplica para describir situaciones de abuso entre parejas, debo aclarar que no se da exclusivamente en ese contexto.
La periodista y escritora neoyorquina Ariel Leve, (TED) se refirió sobre los efectos que
tuvo en ella crecer con una madre que de forma reiterada reescribía la realidad y sus recuerdos. “Una de las cosas más horribles del gaslighting es la negación de la realidad”, explica en su testimonio. “Sentir que están negando lo que has visto con tus propios ojos y sabes que es cierto, que te nieguen una experiencia que has tenido y que sabes que fue real, que mi mamá anulara esos recuerdos del abuso para mí fue peor que el abuso en sí mismo”.
La frustración que puede llegar a sentir una víctima en una situación de gaslighting es tal, que puede volverte loco. Tal y como le pasó a la protagonista del thriller de ficción que
dio nombre al fenómeno y cuya trama resultó reflejar lo que viven muchas mujeres víctimas de abuso día a día.
El gaslighting se puede dar en varios contextos. Donde es más común ver este tipo de abuso son en relaciones de violencia hacia las mujeres. El intenso machismo en el cual vivimos, hace creer que la razón o frialdad es cosa de hombres y los sentimientos o la irracionalidad es cosa de mujeres.
Es una manera fácil de agredir a una mujer, lamentablemente aceptada culturalmente.
Finalmente tratar a una mujer de loca es algo que facilita a que el abusador esté en una posición de superioridad.
Es un tipo de abuso psicológico que tiene por objeto hacer creer a la víctima que perdió el juicio.
Se abusa con frases que asocian a las mujeres con exageración/ descontrol. Así, por una parte manipulan la historia y , por otra van poco a poco anulando a una víctima que cada vez se siente más disminuida. Algunas expresiones que se pueden ver: “por todo armas un problema”; “estás loca”; “estás exagerando”; “te imaginas cosas”; “eres tan dramática”; “no te acuerdas bien”; “sólo fue una broma”; “siempre mal interpretas las cosas”; “es tu culpa” o “de qué me estás hablando”. Estas frases tremendamente VIOLENTAS son muy normalizadas, y los abusadores las usan dentro o fuera de un contexto de pareja.
Los principales peligros que reviste este tipo de dinámicas son la confusión, la culpa y la inseguridad que genera en las víctimas. Finalmente terminan creyendo que ellos tienen la razón y son ellas las que exageran e interpretan mal las cosas.
Es esa falta de confianza en la percepción propia la que hace que el pedir ayuda y salir del abuso o la relación tóxica sea aún más difícil.
Como consecuencia la víctima aumenta su dependencia emocional. Se aceptan los malos tratos por que la autoestima está destruida.
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